Habiendo preparado con antelación la salida, ya solo nos quedaba que el día acompañara, y así lo hizo.
Las condiciones meteorológicas fueron maravillosas, el día se presentaba espectacular.
Desembarcamos en Las Dehesas de Cercedilla y, tras un pequeño aperitivo, nos dispusimos a caminar.
Subiendo por el valle de la Fuenfría, paralelos a la calzada romana, pasamos por el Puente del Descalzo donde hicimos nuestra promesa (ja, ja, ja.).
Más adelante nos desviamos por el camino Agromán y cruzamos un puente sobre el arroyo de la Navazuela.
Desembocamos en un sendero muy empinado que comienza a los pies de un bonito... ¡acebo!, ese era el nombre del árbol.
La cuesta que tenemos que subir es empinadísima y nos hace sudar, pero como somos unos campeones la coronamos sin despeinarnos.
Enlazamos con la Carretera de la República, que nos conducirá hasta el primer mirador. Ya las vistas empiezan a ser maravillosas porque hemos subido lo suyo. Pasamos al lado de unas grandes rocas que llaman Matagitanos y pronto alcanzamos los miradores de Aleixandre y Rosales.
Nos detenemos un poquito a ver las sorprendentes vistas y a descubrir el secreto del libro guardado. Dejamos nuestras firmas y volvemos a bajar.
La bajada ahora es incluso peligrosa por la pendiente, y las rocas y raíces que salen por el suelo.
En un abrir y cerrar de ojos hemos bajado haciendo alarde de nuestra preparación física. Por el camino hemos visto fuentes, arroyos, manantiales y alguna que otra cascada. Hasta hemos oído el sonoro cantar de un pico pica-pinos o pájaro carpintero que labraba su casa.
Cerca de la presa de las Berceas llegamos a Las Dehesas, donde finaliza nuestra ruta.
Por fin podemos disfrutar de la comida y el juego libre antes de volver a casa.
La excursión ha sido todo un éxito. Los alumnos han demostrado ser unos senderistas de primera.
Un abrazo para todos y felicidades. Espero que podáis repetirla con vuestros padres, ahora que ya sois unos guías expertos.
Enrique.
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